La Yacuruna y la aventura inesperada

Priyanka, una joven aventurera indiana de veintisiete años, llegaba a Perú con una mochila llena de sueños y una curiosidad insaciable por descubrir Latinoamérica. La idea de explorar un país lleno de historia, cultura y mitos le emocionaba desde niña. 

Un día, mientras caminaba por el Mercado de San Pedro en Cusco, se topó con un puesto donde vendían artesanías. Fue ahí donde conoció a  Mateo Trejos, un joven escritor peruano con una sonrisa encantadora y que hablaba hasta por los codos pero le cayó bien, era chistoso y brillante.

—Hola, ¿te gustaría conocer la historia de la Yacuruna? —le preguntó Mateo, mientras organizaba algunos libros sobre leyendas peruanas y se quitaba sus audífonos.

Priyanka, intrigada, asintió.

—¿La Yacuruna? No tengo idea de qué se trata.

Mateo le explicó que la Yacuruna es supuestamente un espíritu del agua que habita en ríos y lagunas. Mira Priyanka este espíritu tiene la capacidad de seducir a cualquier persona, después se los lleva a un mundo mágico bajo el agua o eso es lo que promete, pero allí las personas pueden perderse para siempre y no volver nunca. 

Fascinada, Priyanka decidió unirse a Mateo en su investigación sobre esta leyenda pero obviamente solo por curiosidad.

Mateo invitó a Priyanka a comer tamal con gaseosa ya que no los había probado y mientras mateo le contaba a Priyanka que este era un cuento muy popular en Perú, de pronto se presentó su mejor amigo, Carlos Ramírez, un colombiano que era historiador y aventurero y que le encantaban los tamales.

—¿Priyanka, verdad? —dijo Carlos, extendiendo la mano—. He escuchado que quieres conocer más sobre la Yacuruna.

Los tres comenzaron a planear su aventura. Se propusieron visitar diferentes comunidades a lo largo del río Urubamba, donde la leyenda de la Yacuruna era más fuerte. La conexión entre ellos creció rápidamente, y entre risas y anécdotas, se hicieron amigos.

Una tarde, decidieron explorar un pequeño pueblo llamado Ollantaytambo. Mientras paseaban por sus calles de piedra, un anciano se acercó a ellos. Su mirada profunda y sabia capturó la atención de Priyanka.

—¿Buscan a la Yacuruna? —preguntó el anciano, sonriendo—. Muchos han tratado, pero pocos han regresado.

Carlos, siempre el aventurero, no pudo resistirse.

—¿Nos puedes contar más sobre ella? —inquirió, sacando una libreta para tomar notas.

El anciano les habló de las antiguas leyendas y cómo la Yacuruna podía tomar la forma de una hermosa mujer o un hombre atractivo. Les advirtió tengan cuidado muchachos yo se porque se los digo, ofrece tesoros y felicidad pero ojo, siempre hay un precio que pagar: la lealtad y la verdad.

—Quien traiciona a la Yacuruna jamás podrá volver —dijo el anciano, su voz llena de misterio.

Intrigados, decidieron seguir investigando y se adentraron en el bosque cercano, donde se rumoreaba que la Yacuruna aparecía al atardecer. En el camino, comenzaron a compartir sus sueños y aspiraciones. Priyanka decía que quería convertirse en escritora, mientras Mateo le contaba que quería ser autor reconocido y que desde que aprendió a escribir en el colegio nunca paró. Carlos, por su parte, hablaba de su pasión por la arqueología y la historia, a mi me gusta es la aventura, descubrir secretos olvidados y cosas así.

Ya empezaba a atardecer y los jóvenes se comían unos tacos de carne que compraron para el camino cuando Priyanka escuchó un canto suave y melodioso que parecía flotar en el aire. Mateo y Carlos también lo notaron.

—¿Diganme que también escucharon eso? —preguntó Priyanka, estaba más asustada que nunca.

Siguieron el sonido repletos de miedo hasta llegar a una pequeña laguna rodeada de muchas flores. En el centro del agua, una figura etérea se movía con gracia. Era hermosa, con cabellos que parecían fluir como el agua.

—Es la Yacuruna —susurró Mateo, maravillado.

La figura los miró y, con una sonrisa seductora, invitó a Priyanka a acercarse. Carlos, consciente del peligro, la tomó del brazo.

—Priyanka, no te acerques. Recuerda lo que dijo el anciano.

Pero la Yacuruna continuó cantando, hipnotizando a Priyanka. Con un impulso, se soltó de Carlos y avanzó hacia el agua, sintiendo una atracción inexplicable. Mateo, viendo lo que estaba sucediendo, decidió actuar.

—¡Priyanka, espera! —gritó mientras corría hacia ella.

Justo cuando Priyanka estaba a punto de sumergirse, Mateo la tomó de la mano y la detuvo.

—No, Priyanka. No podemos caer en su trampa —dijo, con una mezcla de temor y determinación.

La Yacuruna, frustrada, dio un giro y desapareció en el agua, dejando tras de sí un silencio inquietante. Priyanka, aturdida, se dio cuenta de lo cerca que había estado de perderse.

—Gracias, Mateo. Casi me dejo llevar —confesó, sintiéndose un poco avergonzada.

—No hay de qué. La Yacuruna puede ser seductora, pero no vale el riesgo —dijo Mateo, aliviado de que todos estuvieran a salvo.

Esa noche, se sentaron alrededor de una fogata, compartiendo historias y risas. La experiencia les había unido más que nunca, y decidieron que su investigación debía ser más que solo una búsqueda de leyendas; debían contar su historia al mundo.

Al regresar a Cusco, comenzaron a trabajar en un libro que combinaba sus aventuras y la rica cultura peruana. Querían transmitir la importancia de la honestidad y la lealtad, no solo en las leyendas, sino en la vida real a los tres les interesaba.

Cuando por fin terminaron su libro, lo publicaron con gran esfuerzo ya que no tenían muchos recursos pero nunca se les pasó por la mente que su libro sería  un éxito.

Ganaron premios y reconocimiento en el mundo literario. Priyanka, Mateo y Carlos se convirtieron en celebridades prácticamente, se volvieron grandes amigos y se dedicaron a la aventura, viajaron por todo el mundo realizando grandes investigaciones.

A veces recordaban su encuentro con la Yacuruna y cómo, a pesar de la seducción del espíritu del agua, habían elegido la verdad y la lealtad. La experiencia les enseñó que, a veces, las leyendas son más que simples historias; son lecciones de vida que nos recuerdan la importancia de ser honestos y fieles a nosotros mismos y a los demás y eso forjó sus personalidades y los convirtió en grandes amigos.

Mientras vivieron siguieron explorando el mundo juntos, siempre buscando nuevas historias que contar y nuevas lecciones que aprender eran almas aventureras ese era su destino