La pareja se había preparado para una noche de películas en Netflix, Amor mira esta es nueva salió hace poco y tiene buenas calificaciones en la plataforma, la voy a poner se llama “El Silbón”. Ana yive, con una bolsa de palomitas y una cocacola en mano, se acomodó en el sofá mientras Enrique se sentaba a su lado, yo he escuchado es cuento desde niño amor, veámosla a ver que tal es la película.
—¿Estás lista para un poco de terror? —preguntó Enrique, riendo mientras se pasaba las palomitas.
—No me vaya a empezar a asustar o sino no veo nada —respondió Ana yive con una sonrisa—. ¿ese cuento siempre me ha dado miedo amor?
Bueno apaga la luz que ya empezó la película, y pronto ambos se encontraban viendo la película El Silbón basada en un cuento popular venezolano el cual es un espíritu errante que busca venganza porque su papá lo traiciona robandole un dinero que tenía ahorrado dejándolo en una situación económica difícil a causa de esto su mujer lo abandonó y para completar fue sacado de la casa donde vivía por no cumplir con los pagos de la renta lo cual lo sacó de sus cabales y lo llevó a matar a sangre fría a su padre.
Después de haber cometido el asesinato, se escondio en el bosque donde con los años murio en soledad, como castigo su alma fue condenada a vagar eternamente, persiguiendo a aquellos que traicionan roban o se aprovechan de los demas.
Cuando acechaba a sus víctimas cantaba un silbido, que podía sonar como una melodía que se escuchaba a la distancia, así anunciaba su llegada. Si escuchabas el silbido cerca, era porque estaba lejos, y si sonaba lejos, eso significaba que estaba justo a tu lado.
—¡Ay, no! —ya me dio mucho miedo no voy a poder dormir exclamó Ana yive, tapándose los ojos en una de las escenas más aterradoras de la película—
Enrique, tratando de calmarla, le susurró:
—Es solo una película, mi amor. Pero la historia es interesante. Muestra cómo la traición puede llevar a consecuencias horribles.
—Amor me encanta cómo los venezolanos cuentan sus leyendas no te parece —dijo Ana yive—. Siempre tienen un toque de terror y enseñanzas importantes.
Después de la película, se cepillaron los dientes y se fueron a dormir porque tenían que madrugar a trabajar.
Al día siguiente, después del trabajo Enrique fue a una fiesta con sus amigos en el barrio. La música sonaba fuerte y las risas llenaban el ambiente. Decidido a compartir la experiencia de la película, Enrique se acercó a un grupo que estaba charlando cerca de la parrilla.
— ¡Anoche me vi la película de “El Silbón” que salió en Netflix! —ya se la vieron preguntó Enrique, emocionado.
Sus amigos, curiosos, le preguntaron qué tal estaba la película.
—Huy parce esta buena es un espíritu que busca venganza porque su papá lo traicionó y lo persigue y lo mata. es igual a la leyenda esta buena les recomiendo que se la vean el man quedo maldito por matar a su propio papá y, quedó condenado a vagar en la eternidad, persiguiendo a aquellos que cometen traiciones.
—Se anuncia con un silbido hay escenas que dan mucho miedo — dijo Enrique, haciendo gestos dramáticos—. ¡Si lo escuchas cerca, es porque está lejos! Pero si suena lejos, eso significa que está justo a tu lado. ¡Y si te escucha, ya no hay vuelta atrás!
Los amigos comenzaron a reírse, disfrutando de la forma en que Enrique contaba la historia. Él continuó, describiendo las partes más aterradoras de la película, haciendo gestos exagerados y voces que hacían que todos se partieran de risa.
—Y cuando aparece, ¡es un tipo delgado y alto, con un saco en la espalda! ¡Da un miedo increíble! —dijo Enrique, imitando el silbido.
—Eso suena a que se lo merecía su papá —comentó otro amigo, provocando más risas.
Enrique estaba disfrutando el momento, pero de repente, la música se apagó. Un instante después, todo quedó en silencio y la luz se fue. Las risas se detuvieron y un murmullo de inquietud llenó el aire.
—¡Ay no! —exclamó Ana yive, quien también había llegado a la fiesta—. Esto no puede ser.
—¿Ven? ¡Es El Silbón! —bromeó uno de los amigos, pero su tono era más serio de lo que parecía.
—¿En serio? —preguntó otro—. Todos saben que esa historia es real. ¡Yo he oído el silbido!
Enrique se rió, intentando romper la tensión.
—Vamos, no es más que una leyenda. ¡No hay nada que temer! —dijo, aunque una parte de él sentía que la atmósfera se había vuelto pesada.
Ana yive, con una expresión de nerviosismo, se acercó a Enrique.
—¿Hay no amor ya me dio miedo porque se fue la luz? —susurró, apretando su brazo.
Justo en ese momento, un silbido suave se escuchó.. Todos se miraron entre sí. La risa se convirtió en silencio absoluto.
—¿Dejen de joder sean serios? —comenzó a decir uno de los amigos con voz temblorosa.
—Sean serios no es gracioso —interrumpió Enrique pero estaba seguro que el silbido fue real y no había luz en todo el barrio—. Solo fue el viento pensó en su mente.
Pero el silbido se repitió, esta vez más cerca y más claro. Los rostros de todos se tornaron serios y los que reían y molestaban habían quedado con el corazón en las manos del susto ya no era gracioso para nadie, y una sensación de miedo comenzó a apoderarse de todos.
—No, en serio. Todos los venezolanos conocen la historia de El Silbón —dijo uno de los amigos, mirando nerviosamente hacia la oscuridad—. Si silba así, significa que viene por alguien que ha traicionado a otro.
Enrique intentó reírse, pero no pudo evitar sentir que la situación se había salido de control. La fiesta, que antes era un lugar de diversión, se había transformado en una escena sacada de una película de terror.
—Miren, no hay razón para asustarse —dijo Enrique, tratando de calmarse—. La leyenda nos enseña que la traición trae consecuencias. Hay que ser honesto y leal con los demás.
La luz volvió de repente. Todos celebraron, unos gritaron de felicidad otros brindaron, saltaron y bromeaban de nuevo pero el ambiente seguía tenso, nadie podía ocultar el miedo. Enrique miró a Ana yive.
—No te preocupes amor fue una coincidencia. —
—Si supongo… pero aún así, no me gustaría escuchar ese silbido de nuevo en mi vida amor —respondió ella, mirando a su alrededor.
Mientras la fiesta empezaba de nuevo, esa noche, entre risas, la leyenda de El Silbón se mezcló con la realidad, recordando a todos que algunas historias, por más que sean contadas en tono de broma, pueden tocar el corazón y la mente, dejando un eco de inquietud que perdura mucho después de que las luces se apagan. Y así, la lección fue clara: ser honesto y fiel es fundamental, porque nunca se sabe cuándo un silbido puede acercarse, recordando que las traiciones siempre tienen un precio y mientras volvían a su casa esa noche Ana yive se prometió no mirar nunca más películas de terror mientras Enrique se preguntaba si después de lo sucedido sus amigos iban a ser capaces de ver la película en Netflix.