Un mercader le dijo a un cargador:
– Lleva esta canasta con botellas a mi casa. A cambio, te daré tres consejos que te serán de gran provecho.
El cargador aceptó, se echó la canasta al hombro y siguió al mercader. Después de haber recorrido un tercio del camino, el cargador preguntó: – Bueno, sahib, ¿cuál es tu primer consejo?
El mercader respondió: – Si alguien te dice que es mejor pasar hambre que andar con el estómago lleno, ¡no le creas!
– ¡Buen consejo! –dijo el cargador.
Cuando habían recorrido dos tercios del camino, el cargador volvió a preguntar: – ¿Y el segundo consejo?
El mercader contestó: – Si alguien te dice que es mejor caminar que montar a caballo, ¡no pienses que es verdad!
– ¡Aún mejor! –respondió el cargador.
Cuando finalmente llegaron a la casa del mercader, el cargador pidió: – Ahora dame el tercer consejo.
Y el mercader le dijo: – Si alguien te dice que ha visto a un cargador más tonto que tú, ¡no le creas en absoluto!
Entonces el cargador, enfadado, tiró la canasta al suelo y exclamó: – ¡Y si alguien te dice que alguna botella en esta canasta quedó intacta, tampoco le creas!